domingo, 1 de abril de 2007

“un caraqueño en panamá” – grandes éxitos emigrantes

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En previas bitácoras (¿o en previos blogs?) había declarado a la canción “Englishman in New York", de Sting, como himno nacional de mi pequeña república personal (http://www.nationstates.net/). Escuchar esta canción en la radio me disparó el recuerdo (y mi querida hermana, pionera extraordinaire, me la ‘regaló’ hace mucho tiempo); y me dio la idea de recopilar las canciones ideales para le banda sonora del emigrante.
La versión de King Changó es aún más evidente. Incluso tiene la palabra.
Otra canción que tenía en mi lista de grandes éxitos es la legendaria New York New York de Frank Sinatra. Aunque la letra sea específica de la ciudad que nunca duerme, ¿Quién no se ha sentido que se puede ‘comer el mundo’ una vez que llega a su destino?

Comenta y armemos juntos una lista. ¿te parece?
Halla la vida!
18/03/07

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El dilema del equipaje

A punto de abandonar el país por una largo tiempo (tan largo como para cortar algunos lazos y ver quemarse algunos puentes) el emigrante mira a su alrededor t se hace tres preguntas, aparte de las miles que bombardean su cabeza antes, durante y después de decidirse a cruzar la frontera:
“¿Qué me llevo?”, “¿Qué dejo?”, y (muy, muy importante) “¿Qué vendo?”
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Trabajando en mi anterior empleo, frecuentemente pasaba frente a la seductora tienda de los Leones de Caracas (más seductora en ese tiempo con las franelas oficiales con 20% de descuento). ¿Me llevo una franela y exhibo mi Venezolanidad en el pecho a donde quiera que vaya? (¿Y qué efecto puede tener en el país a donde voy? ¿Cómo reaccionarán las personas con las que contacte? ¿Me tocará hacer el sucio gaijin?)

Luego, la cuestión del dinero: mejor no me compro nada y me guardo los reales. Dinero limitado por el gobierno. (cadivi.gov.ve)
Dinero también cuesta llevarse todo lo que uno desea, así que muchos apegos sentimentales quedan atrás, y se obliga uno a un procedo de “minimización” (con lo quela detestaba en Matemática II) y frugalidad que, una vez que se está en ello, no es tan duro.


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“Renuncio” – Cortando lazos antes de la partida

¿Qué tan difícil es escribir una carta de renuncia? Sentimentalmente, por supuesto.
Lo ideal es ser lo más aséptico y “profesionalmente distante”. Es decir, simplemente les anuncio a los jefes hoy que trabajo hasta el 15.
La última renuncia que redacté (salía yo de un Domino’s Pizza bastante amasado pero aún con grumos y burbujas) tenía trazas de la insatisfacción acumulada, y una pequeña lista de las razomes porque me fui. Aún me deben dos días de salario, por cierto. Pero siguie siendo ideal la distancia sujeto-objeto.
Por ejemplo, evitar la mención de las veces en que se escabulle uno del trabajo con una mentira del tamaño del Titanic.
No importa cuán acogedora se muestre la autoridad; quizá agradecer a la empresa por “la confianza y la oportunidad” logre que el chequecito final salga más rápido. Y mencionar porqué se deja la empresa es más útil para mentarles la madre (“You’ll never get me alive!”) que para otra cosa. El hecho de dejar la empresa para ir a buscar oro (metafórico) en centroamérica es una cuestión que es mejor tratarla privadamente; dejarlo en un papel para que cualquiera lea es causal de desprecio.

Evitemos algo como esto (que alguien dejó en 5kr3w-joo.livejournal.com)
Porqué dejo este empleo:
- de un tiempo para acá, usted ha estado descontenta con mi labor y yo lo he estado con mis obligaciones.
- Tengo otras cosas en mi cabeza: voy a establecerme en otro país y los preparativos requieren de más tiempo y atención del que puedo ofrecer. (¿para qué dedicarme a esto si no me gusta y me voy?)
- Como no vi retribución por mi esfuerzo extra, dejé de ejecutarlo.
- Agradezco la oportunidad y el dinero, la confianza y el aprendizaje (no sos vos, soy yo)
- Derivo cada vez menos satisfacción de este empleo. Ya no es un reto sino un rompecabezas olvidado, que el otro que estuvo en mi puesto no pudo resolver en su momento.


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