domingo, 1 de abril de 2007

“Renuncio” – Cortando lazos antes de la partida

¿Qué tan difícil es escribir una carta de renuncia? Sentimentalmente, por supuesto.
Lo ideal es ser lo más aséptico y “profesionalmente distante”. Es decir, simplemente les anuncio a los jefes hoy que trabajo hasta el 15.
La última renuncia que redacté (salía yo de un Domino’s Pizza bastante amasado pero aún con grumos y burbujas) tenía trazas de la insatisfacción acumulada, y una pequeña lista de las razomes porque me fui. Aún me deben dos días de salario, por cierto. Pero siguie siendo ideal la distancia sujeto-objeto.
Por ejemplo, evitar la mención de las veces en que se escabulle uno del trabajo con una mentira del tamaño del Titanic.
No importa cuán acogedora se muestre la autoridad; quizá agradecer a la empresa por “la confianza y la oportunidad” logre que el chequecito final salga más rápido. Y mencionar porqué se deja la empresa es más útil para mentarles la madre (“You’ll never get me alive!”) que para otra cosa. El hecho de dejar la empresa para ir a buscar oro (metafórico) en centroamérica es una cuestión que es mejor tratarla privadamente; dejarlo en un papel para que cualquiera lea es causal de desprecio.

Evitemos algo como esto (que alguien dejó en 5kr3w-joo.livejournal.com)
Porqué dejo este empleo:
- de un tiempo para acá, usted ha estado descontenta con mi labor y yo lo he estado con mis obligaciones.
- Tengo otras cosas en mi cabeza: voy a establecerme en otro país y los preparativos requieren de más tiempo y atención del que puedo ofrecer. (¿para qué dedicarme a esto si no me gusta y me voy?)
- Como no vi retribución por mi esfuerzo extra, dejé de ejecutarlo.
- Agradezco la oportunidad y el dinero, la confianza y el aprendizaje (no sos vos, soy yo)
- Derivo cada vez menos satisfacción de este empleo. Ya no es un reto sino un rompecabezas olvidado, que el otro que estuvo en mi puesto no pudo resolver en su momento.


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